martes, 30 de septiembre de 2008
VICTIMAS DE LA TRATA Y EL TRAFICO. RELACION TRAFICO DE ORGANOS E INCIDENCIA DE MEDIOS DE COMUNICACION IV
Se estima que por año entre 600.000 y 800.000 personas, entre hombres mujeres y niños, son víctimas de la trata transnacional, de las cuales 80 % son niñas y mujeres; y de éstas un 50 % son menores. Obviamente aquí se excluye, según estimaciones no confirmadas, a millones que son víctimas de la trata, pero dentro de su propio país, y cuyos datos no son proporcionados por sus autoridades. América Latina es una de las regiones del mundo desde donde más se comercia con personas y en donde el tráfico encuentra un caldo de cultivo favorable.
Los grupos mas propensos y susceptibles se hayan en las capas o estratos sociales mas bajos, quienes ciertamente se encuentran mas vulnerables ante la caída en la calidad de vida de un país o de una región en particular; expuestos a la desocupación, el analfabetismo, el hambre y la marginación social; y que quedan a merced del accionar de éstas organizaciones criminales. Cabe acotar que cobra mayor preponderancia el género femenino, en una franja que oscila entre los 10 a 25 años cuando la finalidad de los tratantes es introducirlas en el mercado de la prostitución.
No obstante, durante el último lustro se observa cierta selectividad en cuanto a la selección de las víctimas, dirigida hacia de capas sociales pertenecientes a la clase media. Resulta probable que esa orientación responda a requerimientos efectuados por la demanda en la búsqueda de obtener mayores réditos económicos; sin dejar de considerar la depreciación que sufriera nuestra moneda “post-default” que les permite contar con un poder adquisitivo importante y por que no “disuasivo”.
En lo que se refiere a la finalidad de trabajo esclavo, las personas en riesgo están conformadas por grupos etarios preferentemente de una nacionalidad determinada (bolivianos, chinos, coreanos, etc.). Para las organizaciones criminales resulta ideal, que a la falta de documentación de las víctimas se le sume un desconocimiento idiomático respecto del lugar de destino donde serán explotados laboralmente; dado que esta situación les genera un mayor poder subyugante sobre sus victimas las que se encuentran en un total estado de desamparo.
La compra y venta de una parte del cuerpo; en otras palabras, la obtención de un riñón por parte de un paciente rico y desesperado de seguir viviendo a partir de un donante vivo, pobre y también desesperado de conseguir algo de dinero para satisfacer sus necesidades básicas es el concepto general de lo que en la actualidad se entiende como tráfico de órganos.
El comercio de órganos ocurre sobre todo en países en los que coexisten minorías bien acomodadas con mayorías pobres, con marcadas diferencias entre ambas, con un alto grado de injusticia social, sin leyes que regulen la práctica de los trasplantes y en países en los que no existe la injerencia del estado en el control de la actividad trasplantadora.
Principalmente existía en la India, país al que viajaban numerosos pacientes ricos de Alemania y sobre todo Italia para trasplantarse en condiciones nada seguras y sin las más mínimas garantías, con riñones comprados de personas extremadamente pobres.
Ha sido también frecuente en Filipinas, Hong Kong y la China, países en los que los pobres venden un riñón por solo mil dólares a ricos procedentes principalmente del Japón. En menor grado también existe en muchos países del norte de África y sobre todo en Egipto, en los que con frecuencia en la prensa se leen anuncios de oferta de riñones por parte de personas desesperadas por la pobreza, beneficiando a ricos desesperados por seguir viviendo.
En algunos países de América Latina, como Bolivia, en los que coexiste la extrema pobreza con la injusticia social y la falta de atención por parte del estado para cubrir las necesidades básicas de la población, incluyendo el tratamiento dialítico para sustituir la función renal perdida, los ricos también publican anuncios en la prensa solicitando riñones que son ofertados por personas agobiadas por la pobreza. Y de la misma manera, estas personas desesperadas por satisfacer alguna necesidad básica con dinero, publican anuncios en la prensa bajo el título de "Dono Riñón" tratándose en la realidad de la oferta de un riñón para la venta.
A pesar de esfuerzos mancomunados, la tasa de donantes se mantiene estancada y el número de pacientes condenados a morir por falta de un órgano es cada vez mayor. A fin de incentivar la donación de órganos y disminuir esta brecha entre oferta y demanda, en muchos países se ha implementado el pago de los gastos funerales del donante, la otorgación de un seguro médico para los familiares del donante por parte de las instituciones en las que se encuentran asegurados los receptores beneficiados con los órganos y la reducción de los impuestos para los familiares del donante en la comunidad a la que pertenecen.
La “ESCASEZ DE ÓRGANOS”; es lo que hace posible pensar en actividades ilícitas alrededor del trasplante de órganos es la antigua pero creciente diferencia de posibilidades entre los ricos y los pobres. Esta es la opinión de R. Matesanz, conocido en todo el mundo como el padre del exitoso "Modelo Español" de donación y trasplantes. Según él, cuatro condiciones se encuentran en el origen y las consecuencias del comercio de órganos:
• una creciente demanda de órganos para trasplante,
• unas posibilidades científicas en constante desarrollo,
• una comunidad global cada vez menos propensa al acto solidario de donar,
• y unas tasas de procuración de órganos en franca declinación
La desesperación por seguir viviendo alimenta el aterrador negocio del tráfico clandestino de órganos humanos en el mundo, una actividad que no conoce fronteras ni límites. Por poner un ejemplo, sólo en México se realizan más de 4.000 trasplantes legales al año; además, más de 8.000 personas están en lista de espera, de las que 15% mueren al no recibir un órgano, informa el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) de México. Con esta premisa, no es de extrañar que el precio de estos órganos en el mercado negro alcance precios desorbitados: 150,000 dólares por un hígado, 120,000 por un riñón, 60,000 por un corazón ó 45,000 por la córnea, entre otros.
Tanto los medios de comunicación como las modernas tecnologías que ofrece el mundo actual, entre estas cabe citar la navegación por Internet, a la vez que desempeñan la encomiable tarea de informar y denunciar estas situaciones degradantes; contribuyen, también a favorecerlas mediante la publicidad, los anuncios de oferta sexual y la pornografía. Se convierten, en función de sus ingresos económicos, en cómplices de estas prácticas.
Los grupos mas propensos y susceptibles se hayan en las capas o estratos sociales mas bajos, quienes ciertamente se encuentran mas vulnerables ante la caída en la calidad de vida de un país o de una región en particular; expuestos a la desocupación, el analfabetismo, el hambre y la marginación social; y que quedan a merced del accionar de éstas organizaciones criminales. Cabe acotar que cobra mayor preponderancia el género femenino, en una franja que oscila entre los 10 a 25 años cuando la finalidad de los tratantes es introducirlas en el mercado de la prostitución.
No obstante, durante el último lustro se observa cierta selectividad en cuanto a la selección de las víctimas, dirigida hacia de capas sociales pertenecientes a la clase media. Resulta probable que esa orientación responda a requerimientos efectuados por la demanda en la búsqueda de obtener mayores réditos económicos; sin dejar de considerar la depreciación que sufriera nuestra moneda “post-default” que les permite contar con un poder adquisitivo importante y por que no “disuasivo”.
En lo que se refiere a la finalidad de trabajo esclavo, las personas en riesgo están conformadas por grupos etarios preferentemente de una nacionalidad determinada (bolivianos, chinos, coreanos, etc.). Para las organizaciones criminales resulta ideal, que a la falta de documentación de las víctimas se le sume un desconocimiento idiomático respecto del lugar de destino donde serán explotados laboralmente; dado que esta situación les genera un mayor poder subyugante sobre sus victimas las que se encuentran en un total estado de desamparo.
La compra y venta de una parte del cuerpo; en otras palabras, la obtención de un riñón por parte de un paciente rico y desesperado de seguir viviendo a partir de un donante vivo, pobre y también desesperado de conseguir algo de dinero para satisfacer sus necesidades básicas es el concepto general de lo que en la actualidad se entiende como tráfico de órganos.
El comercio de órganos ocurre sobre todo en países en los que coexisten minorías bien acomodadas con mayorías pobres, con marcadas diferencias entre ambas, con un alto grado de injusticia social, sin leyes que regulen la práctica de los trasplantes y en países en los que no existe la injerencia del estado en el control de la actividad trasplantadora.
Principalmente existía en la India, país al que viajaban numerosos pacientes ricos de Alemania y sobre todo Italia para trasplantarse en condiciones nada seguras y sin las más mínimas garantías, con riñones comprados de personas extremadamente pobres.
Ha sido también frecuente en Filipinas, Hong Kong y la China, países en los que los pobres venden un riñón por solo mil dólares a ricos procedentes principalmente del Japón. En menor grado también existe en muchos países del norte de África y sobre todo en Egipto, en los que con frecuencia en la prensa se leen anuncios de oferta de riñones por parte de personas desesperadas por la pobreza, beneficiando a ricos desesperados por seguir viviendo.
En algunos países de América Latina, como Bolivia, en los que coexiste la extrema pobreza con la injusticia social y la falta de atención por parte del estado para cubrir las necesidades básicas de la población, incluyendo el tratamiento dialítico para sustituir la función renal perdida, los ricos también publican anuncios en la prensa solicitando riñones que son ofertados por personas agobiadas por la pobreza. Y de la misma manera, estas personas desesperadas por satisfacer alguna necesidad básica con dinero, publican anuncios en la prensa bajo el título de "Dono Riñón" tratándose en la realidad de la oferta de un riñón para la venta.
A pesar de esfuerzos mancomunados, la tasa de donantes se mantiene estancada y el número de pacientes condenados a morir por falta de un órgano es cada vez mayor. A fin de incentivar la donación de órganos y disminuir esta brecha entre oferta y demanda, en muchos países se ha implementado el pago de los gastos funerales del donante, la otorgación de un seguro médico para los familiares del donante por parte de las instituciones en las que se encuentran asegurados los receptores beneficiados con los órganos y la reducción de los impuestos para los familiares del donante en la comunidad a la que pertenecen.
La “ESCASEZ DE ÓRGANOS”; es lo que hace posible pensar en actividades ilícitas alrededor del trasplante de órganos es la antigua pero creciente diferencia de posibilidades entre los ricos y los pobres. Esta es la opinión de R. Matesanz, conocido en todo el mundo como el padre del exitoso "Modelo Español" de donación y trasplantes. Según él, cuatro condiciones se encuentran en el origen y las consecuencias del comercio de órganos:
• una creciente demanda de órganos para trasplante,
• unas posibilidades científicas en constante desarrollo,
• una comunidad global cada vez menos propensa al acto solidario de donar,
• y unas tasas de procuración de órganos en franca declinación
La desesperación por seguir viviendo alimenta el aterrador negocio del tráfico clandestino de órganos humanos en el mundo, una actividad que no conoce fronteras ni límites. Por poner un ejemplo, sólo en México se realizan más de 4.000 trasplantes legales al año; además, más de 8.000 personas están en lista de espera, de las que 15% mueren al no recibir un órgano, informa el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) de México. Con esta premisa, no es de extrañar que el precio de estos órganos en el mercado negro alcance precios desorbitados: 150,000 dólares por un hígado, 120,000 por un riñón, 60,000 por un corazón ó 45,000 por la córnea, entre otros.
Tanto los medios de comunicación como las modernas tecnologías que ofrece el mundo actual, entre estas cabe citar la navegación por Internet, a la vez que desempeñan la encomiable tarea de informar y denunciar estas situaciones degradantes; contribuyen, también a favorecerlas mediante la publicidad, los anuncios de oferta sexual y la pornografía. Se convierten, en función de sus ingresos económicos, en cómplices de estas prácticas.
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